miércoles, 27 de enero de 2010

Los misterios de la sonicación

Hoy os voy a hablar de uno de los momentos que más hastío pueden llegar a producir cuando se trabaja en un laboratorio de biología molecular. Afortunadamente, es un momento del cual se puede prescindir gracias a otras alternativas tecnológicas. Antes de enredarme, os diré que me refiero al proceso de sonicación.

Para los que jugamos con genes y proteínas en tubitos de ensayo, es imprescindible obtener estos productos en gran cantidad, y para ello, echamos mano de la propia maquinaria de la naturaleza, la cual a menudo siempre es más eficiente que todo lo que inventamos los humanos. Así, creciendo en cantidades ingentes cultivos celulares (de diversos tipos; en el caso que os comento, se trata de bacterias) obtenemos estos preciados productos (ya sean genes o proteínas) gracias a estas pequeñas fábricas vivas. Una vez los bichitos han crecido en las condiciones adecuadas, se trata de destruir sus cuerpecitos para liberar el tesoro de su interior (la cuestión de si esta "matanza" es lícita o no en el campo de la investigación, es curioso pero no suele debatirse, lo dejo abierto para el que guste de opinar al respecto). Para ello separamos los restos de pared celular y demás cochinaditas mediante protocolos que no vienen al caso ahora mismo. El proceso más habitual para cargarse las bacterias que hemos crecido en cultivo suele ser la sonicación, consistente en aplicar ultrasonidos a la muestra, lo cual desestructura las membranas pero no perjudica las macromoléculas como ADN o proteínas. Esto se puede hacer en un baño, donde los ultrasonidos se propagan por el agua  en la que el tubo con la muestra se halla sumergido, o mediante introducción de una sonda en el propio tubo. El protocolo de aplicación de los ultrasonidos se compone de pulsos cortos alternados con descansos, manteniendo siempre la muestra en frío. Con todo esto en mente, hay varios diseños de baños y sondas. En la Figura 1 podéis ver una representación gráfica del proceso de sonicación dando los pulsos manualmente: este dibujo es una contribución de la ex-compañera de laboratorio Leda, pionera de los dibujos de bancada y con un gran talento caricaturil que espero nos otorge el placer de compartir más a menudo (suya es también la representación pictórica que ilustra el perfil de Fayrigu).


 Figura 1.  Investigadora sonicando manualmente (dibujo cortesía de Leda)


¿Dónde entra el hastío, pues? Básicamente, según el tipo de sonda que se utilice y la cantidad de muestras a sonicar, este proceso puede hacerse más o menos llevadero: si se dejan en un baño con un temporizador programado, no hay hastío que valga, uno se va a hacer otras cosas y vuelve al cabo de x minutos a recoger su muestra sonicada. Pero si hay que aplicar la sonda, muestra a muestra, controlando el tiempo, se puede hacer muy, muy largo. No da tiempo a hacer cosas entre medias, pero los intervalos de, digamos, 40 segundos se pueden convertir en un suplicio debido al famosos fenómeno conocido como plegamiento-dilatación del tiempo. Un científico de inquietudes dibujiles como el que suscribe, puede llegar a aprovechar esos intervalos para esbozar dibujillos en la hoja de anotación de los pulsos de ultrasonidos, como se muestra en la Figura 2.


Figura 2. Hoja de anotación de pulsos. Cada columna corresponde a muestras distintas, correspondiendo el total de tiempo de sonicación, según las rayitas, a 25 ciclos de un minuto x 3 muestras = 75 minutos efectivos (equivalentes a 200 horas de hastío subjetivo). 



Finalmente, existe un detalle que hace de la sonicación un proceso no carente de misterio y emoción, y es la necesidad de usar unos cascos aislantes para evitar el perjuicio que pueden suponer las ondas de ultrasonidos sobre los pobres oídos del investigador desprevenido. La utilización o no de dicho equipo muchas veces se corresponde con la disponibilidad, y generalmente para periodos cortos ni siquiera se llegan a utilizar. El sonido que se aprecia en estos casos causa distinta molestia según cada usuario,  y hasta  la fecha no he leído en ningún sitio la eficacia real de la protección por cascos ni una explicación detallada del efecto de los ultrasonidos sobre unas orejuelas desprotegidas (los comentarios están abiertos para quien quiera arrojar algo de luz sobre estas misteriosas cuestiones). Equipado con dichos artilugios, y entre pulso y pulso, esbocé en su día un chistecito basado en este apasionante evento de la sonicación que he decidido repasar con mis flamantes rotuladores nuevos para compartir con nuestros lectores:




Creo que jamás se dieron tantos rodeos para presentar un (absurdo) chiste...

domingo, 24 de enero de 2010

¡ Rotuladores nuevos !

Pues eso, que me he agenciado unos rotuladores de varios grosores que son una chulada, a ver si me animo y cuelgo algún dibujillo más a menudo. Por lo pronto, aquí va una simplona ilustración de prueba.




miércoles, 13 de enero de 2010

2110

-    El otro día leí que hace ya 100 años desde el último “año internacional” de algo.
-    ¿"Año internacional"?¿Qué quieres decir?
-    Sí hombre, decían que 2009 fue el año de Darwin y de la Astronomía, entre no sé qué cosas mas, y que el 2010 empezó con la noticia de ser el año de la biodiversidad.
-    ¿Y eso qué implicaba?
-    Pues nada, que la gente hablaba mucho de la cosa que fuese homenajeada o celebrada, decían muchas tonterías y luego en realidad no cambiaba nada, pero al parecer en aquellos tiempos simplemente hablar de un tema problemático, o conmemorar un hecho histórico relevante, ya era un avance. Pero esa fue la última vez que se dijo la tontería de “año internacional de...”
-    Qué fuerte, lo que hemos avanzado en 100 años, ¿verdad?
-    Pues sí, la revolución que estalló a finales de 2010 nos libró, entre otras cosas, de la necesidad de “celebrar” el año de nada.
-    No me puedo creer que con todos los avances científicos y tecnológicos que ya existían durante esa época, se tardase tanto en dar el paso hacia un mundo en equilibrio y en paz.
-    Hombre, si hacemos caso a los libros de historia, parece mentira la de veces que la humanidad ha estado al borde del colapso sin darse cuenta. En este caso, aunque se arrastraba desde antiguo una situación mundial alarmante, de desequilibrio en las riquezas, contaminación del medio ambiente e injusticias sociales, hasta que no se extendió la crisis económica nadie se preocupó de hacer nada al respecto. Y cuando por fin lo hicieron, madre mía la que se armó...
-    Sí, yo también he leído sobre eso, prácticamente en todos los países la gente salió a la calle, desafiando el orden establecido, poniendo en entredicho el sistema político, económico y social, llegando incluso a derrocar ciertos gobiernos.
-    Fue una revolución mundial, apenas violenta, y la más efectiva de todas cuantas hubo hasta entonces.
-    Y de todas las que haya habido jamás, porque ahora eso es imposible que vuelva a suceder.
-    Por supuesto hombre, ahora a nadie se le pasaría por la cabeza montar algo parecido… ¡qué sentido tendría! Con lo bien que va ahora todo.
-    Mira que era fácil… ni dictadores sanguinarios, ni líderes religiosos ni partidos políticos incompetentes… ¡la ciencia nos hizo libres! En apenas 100 años hemos controlado el clima, clonado todas las especies extintas, eliminado todas las deficiencias de origen genético, abolido la pobreza y las guerras, y aumentado la esperanza de vida en 50 años.
-    ¡Y a todo el mundo le parece bien! ¡Gracias al avance de la ciencia y la tecnología!
-    Mira tú, eso sí que habría que celebrarlo, porque ahora que lo pienso no tengo ni pajolera idea de quién inventó, ni cuándo, estos implantes cerebrales que nos hacen la vida tan fácil y tan feliz…
-    Oye, ahora que lo dices, es cierto; y si te fijas, cuanto más intentas recordarlo, menos importante te parece…
-    Sí, es verdad. Un día me empeñé en intentar averiguarlo, pero cuanto más esfuerzos invertía en recabar información al respecto, más sentía que estaba perdiendo el tiempo de manera estúpida… menos mal que hace años que el crecimiento de internet se detuvo y se restringieron sus contenidos, si no, ¡pues igual aún estaba buscando información al respecto!
-    ¿Formará todo parte de uno de esos mecanismos inhibitorios de la conducta que tanto se pregonan como el motivo de la felicidad en nuestros días?
-    Mira, yo que sé… lo único que está claro es que la ciberneurociencia ha salvado la humanidad, ¿y quiénes somos nosotros para cuestionar sus métodos?
-    Pues oye, tienes toda la razón. Total, ¿qué hemos perdido a cambio? Vale que toda expresión artística se ha visto reducida al mínimo y hace años que no se publican obras originales, pero vamos, con todo lo que había escrito hasta ahora, nadie es capaz de leerse toda la producción de la humanidad ni en una vida entera. Lo mismo con películas, canciones, y similares; en cierto modo, ¡ya era hora de que se dejasen de producir cosas nuevas! El arca del saber humano está rebosante: bastante tenemos con procesar toda esa información y controlar el efecto que pueda ejercer sobre las conciencias...Y cuanto más pienso todo esto, más a gusto conmigo mismo estoy.
-    Pues igual que yo. Es entonces cuando me doy cuenta de que la única revolución necesaria en la historia de la humanidad, y que la ayudó de algún modo, fue aquélla que dio lugar a la creación de los implantes cerebrales. No ha vuelto a hacer falta una revolución nunca más.
-    Espera un momento… si esa revolución fue necesaria y beneficiosa por cuestionar el orden establecido en aquél momento… ¿quién dice que no haría falta una nueva revolución que cuestionara el statu quo actual? ¿Acaso la felicidad que tenemos ahora durará eternamente?¿No puede haber más de una persona que a pesar de todo no se sienta "feliz"? Pues mira, yo empiezo a encontrar incluso agradable la irritante sensación que se produce al razonar en contra del implante.
-    Oye, estás empezando a hacerme sentir muy incómodo… creo que deberías ir a que te hagan una revisión: deja que llame al servicio de ciberingeniería estatal. Ellos te ayudarán mejor de lo que te puede ayudar hablar conmigo.
-    Vaya hombre, no pensaba que fuera para tanto... esta conversación empieza a parecerme una mala historieta de ciencia ficción... ¿se habrá escrito alguna vez algo así? ¿Has leído algo parecido? Si tan sólo existiera alguna página web, foro o blog donde consultar todo ésto... mira, podríamos plasmarlo por escrito, tal vez alguien más tenga estas mismas dudas y lleguemos a alguna conclusión razonable... pero oye, ¿me estás escuchando o qué?
-    ¿Sí, hola? ¿Servicio Estatal de Ciberingeiería? Aquí a mi amigo, que no le funciona bien el implante... sí, no parece grave, pero mejor dense prisa, está diciendo cosas muy raras... bien, de acuerdo, les espero. Muchas gracias.
-    Tampoco era para ponerse así, joer. Seguro que hace 100 años eran menos felices, pero se lo pasarían en grande quejándose de todo...