jueves, 30 de mayo de 2013

La tesis de las galaxias

- ¿Dígame?

- Luke, YO SOY TU PADRE...

- Jo papá, qué pesadito, la primera vez tuvo su gracia pero basta ya de asustarme así cada vez que me llames... ¿qué quieres?

- Nada, que tu hermana está preocupada por todo lo que sale en las noticias y quería saber cómo te iba, pero le da vergüenza llamarte.

- Cómo no le va a dar vergüenza, si por tu culpa casi caemos en el más sucio de los incestos... ¡ya te vale!

- Luke, hijo, no me lo tengas en cuenta; pasé una mala racha después de lo de tu madre. Vinieron los de los servicios sociales, pero yo estaba tan hasta arriba de inhaladores que no me di cuenta. Tenía hipotecas que pagar, a punto estuvieron de embargarme el TIE familiar, y para cuando me recuperé ya hacía mucho que se os habían llevado. Necesitaba dinero, y ahora soy un hombre nuevo, con estabilidad social y un puesto reconocido.

- Sí pero el asma te ha ido a peor, míratelo, papá.

jueves, 23 de mayo de 2013

Disturbios celulares (2)

 
ANTERIORMENTE EN DISTURBIOS CELULARES: Antes de pertenecer al Servicio de Transfecciones Celulares y mucho antes de establecerse por su cuenta como Investigador Celular, el intrépido investigador Batablanca vivió una primera misión en la que debía infiltrarse en un equipo de antidisturbios para obtener información de primera mano acerca de peligrosos agitadores celulares. Tras vestirse con el equipo de protección antidisturbios, todo el grupo es transfectado a la célula en discordia (1) .

- ¡Eh, tú! ¡Novato! ¡No te salgas de la fila!

Me costó darme cuenta de que se referían a mí. La entrada en la célula me había causado un gran impacto, y entre la embriaguez de poder que sentía dentro de mi uniforme-armadura de antidisturbios y el espectáculo desplegado ante mis átomos, me había quedado embobado mientras el resto del pelotón, más entrenado y acostumbrado a no dejarse deslumbrar por la vorágine intracelular, avanzaba con paso firme y certero. Me reproché a mí mismo haber empezado con tan mal pie mi infiltración; muy poco profesional, lo reconozco. Pero bueno, hay que entender que era joven e impresionable. Además, si no habéis estado nunca dentro de una célula, es difícil que os podáis imaginar la sensación que produce encontrarse de repente en mitad de aquel extraordinario caos. Dejadme que intente daros unas pinceladas.


viernes, 17 de mayo de 2013

El abominable hombre a -20º

- ¿Creéis que estará vivo? La verdad es que no tiene mala pinta...

- Hombre, es lo que tiene el frío; es ideal para el cutis.

- Y digo yo, ¿qué narices hace un cuarto congelador en el sótano de este edificio?

- Yo que sé, igual antes era una carnicería o algo.

- Ya, y congelaban personas, ¿no? Anda que...

- A todo esto, tampoco entiendo de qué va disfrazado este tipo... ¿es una capa eso, o qué?

- Parece una especie de bata, como la que lleva el tipo que me vende las hamburguesas.

- ¡Veis! Qué fácil es decir que no, en vez de pararse un poco a pensar... sería un carnicero que quedó atrapado en la cámara fría...

- ¡Callad todos! Mirad, ¡parece que está despertando! Mueve los ojillos...

- Anda tú, trae esa manta. A ver si vuelve en sí del todo y nos saca de dudas.

sábado, 11 de mayo de 2013

Hace cuatro años…


Hace ya cuatro años. Vaya, se dice pronto. Son muchas divisiones celulares. Parece que fue ayer cuando aquel investigador recién doctorado y lleno de ideas locas contactó conmigo y me pidió permiso para publicar mis aventuras y desventuras como Investigador Celular en un recién creado blog de temática incierta y dudoso futuro. Cuatro años durante los cuales mis memorias han aparecido publicadas por entregas, alternando con todo tipo de artículos de una diversidad, cuanto menos, llamativa: reflexiones en torno a cuestiones científicas, reseñas cinematográficas, literarias y musicales, reportajes turísticos, artículos de actualidad social, reflexiones sobre el trabajo de científicos e investigadores, relatos fantásticos, tiras cómicas, historietas costumbristas, divulgación científica, y unos descabellados videos protagonizados por un caricaturesco Charles Darwin. Además del mencionado y fantasioso doctor, otras manos han dejado sus impresiones: algunas más habituales, otras esporádicas, aportando aún más variedad a semejante cúmulo de desvaríos. 

Pero en todo momento, me gusta pensar, mis historias fueron no sólo el gérmen inicial sino el auténtico motor del sitio. Y a pesar de publicarse de manera harto espaciada, han llegado incluso a derivar en nuevas historias protagonizadas por interpretaciones de mi propia identidad y de mis aventuras, y me he visto trasladado a mundos alternativos encarnado en pintorescos personajes con los que apenas comparto el nombre y algunas pinceladas de personalidad. Incluso he sido retratado por un auténtico dibujante de cómics (lo siento mucho por el Dr., sé que se esfuerza pero los lápices no son lo suyo), protagonizando una historieta entera en una genial serie divulgativa. Sin duda esto me honra más que otra cosa, y me hace preguntarme hasta dónde puede llegar mi influencia. ¿Me habré convertido en la proteína más influyente de la historia, desbancando a la insulina (esa engreída…)? No lo creo. Pero vaya, se puede decir que algo de fama sí he adquirido. 


 

viernes, 3 de mayo de 2013

En bata de guerra (III)

III. La Resistencia

Náuseas, vértigo, pérdida del equilibrio, sensación de caer durante una eternidad... cualquiera de esas cosas, o incluso todas a la vez, es lo que uno espera cuando atraviesa un vórtice que se abre entre dos mundos separados por un abismo temporal. Sin embargo, lo que se siente en realidad es más bien decepción, pues después de la parafernalia desplegada cuando el vórtice se abre, el resto es bastante vulgar: uno lo atraviesa, y aparece en otro sitio. Así que lo más desagradable, en definitiva, fue el empujón de Bruno, que simplemente le hizo aparecer en un lugar totalmente distinto del que partieron. Cuando se dio cuenta de que estaba entero y que ya no se encontraba en el comedor del instituto, levantó la vista y acto seguido, tosió.

A su espalda oyó la voz de Bruno, apremiante.

- Vamos, maestro. No conviene quedarse mucho tiempo aquí. Y no respires muy hondo, el aire está demasiado cargado fuera de los refugios. Sígueme sin detenerte a admirar el paisaje.