jueves, 26 de junio de 2014

Animales de experimentación: héroes anónimos.

Aunque hace ya muchos años que vivo por y para la ciencia, he sido uno de esos científicos dedicados a las ciencias de la vida que ha tenido la suerte de no tener que trabajar directamente con animales casi nunca.  Lo hice muy al principio de mi carrera, cuando aun era solo un grumete, sin las ideas claras de un marinero de derrota; únicamente observando y ayudando a una doctoranda que realizaba su tesis doctoral. Ya casi se me había olvidado lo que se siente al trabajar con animales... ayer quise acompañar a un colega al animalario y solo vi héroes, pero de los de verdad, no esos piltrafillas de la Marvel.

Quizá el término héroe suene efectista y desmedido, pero para mí aquella situación encarna, como pocas veces he visto en mi vida, el coraje más épico que se pueda ver fuera de la gran pantalla o de las buenas novelas. La valentía tranquila de los hechos cotidianos que aquellos tres seres vivos mostraron fue  precisamente lo contrario a la acción y el fragor de una de una batalla. Una cuidadora que arrullaba al blanco conejo de laboratorio como si fuese su propia madre. Un conejo de laboratorio que estaba tranquilo como el niño que se adormece en brazos de sus progenitores. Y mi colega, consumado científico que, detestando profundamente la ciencia cada vez que empieza a preparar la mezcla de péptidos para inyectar, saca el temple de dios sabe donde para calmar su pulso que un minuto antes parecía una atracción de feria. Después de tres inyecciones hipodérmicas, la cobaya ni siquiera se alteró y tras recibir una barrita de pienso de la mano de la cuidadora, volvió calmadamente a su jaula para empezar a producir anticuerpos que luego usaremos en nuestra rutina diaria en el laboratorio para por ejemplo revelar un “western blot”.  



Hoy también he ido al animalario, esta vez he acompañado a otra compañera que se disponía a organizar unas simpáticas ranitas hembra de la especie Xenopus laevis en cajas, para inyectarles una hormona que las haga desovar hoy por la noche. En el laboratorio usamos el contenido de los huevos para hacer un extracto de proteínas extraordinariamente concentrado que podemos usar para hacer toda clase de experimentos. Esta especie de tortilla contiene semejante montón y variedad de proteínas que sería prácticamente imposible producirlas por otros medios más simples, como usando bacterias. Pues bien, de nuevo la misma conducta que anteriormente, pulso firme y delicado evitando cualquier tipo de rudeza. Contándome entre rana y rana el temor a hacerles daño y las semanas sin dormir cambiando el agua de los tanques cada pocas horas y dándoles medicación una por una a las casi 300 ranas cuando sufren un brote de salmonela. Viendo el acuario se podrá pensar que es triste y que están aburridas, yo lo estaría. Sin embargo la mayoría alcanzan los 15 años de edad, que es prácticamente el máximo que algunas alcanzan en libertad.



Se ha de decir que no siempre es así. Muchas son las veces que las cobayas se alteran y sufren. No todos los protocolos experimentales son tan inocuos como los que os acabo de contar, en algunos casos los experimentos dejan clavadas en nuestra retina imágenes bastante duras. Y la verdad deber ser dicha, al final la mayoría de las cobayas son sacrificadas, si no por razones experimentales, por cuestiones de seguridad o para que no sean usadas fuera del ámbito académico ante la imposibilidad de servir para otros experimentos y lo peligroso que podría ser que abandonaran un ambiente controlado. Pero no se equivoquen, el que viste la bata es tan humano como cualquiera, si no más.  Y esa es la razón por la que los científicos que trabajan con animales no disfrutan de su trabajo con ellos, no son inmunes al dolor ajeno, sea humano o animal. Y si lo fueran, serían retirados de su trabajo.  Las pautas y protocolos de experimentación animal son extremadamente estrictos y asépticos.  A cualquiera que se le ocurra infligir gratuitamente y de forma deliberada el mínimo dolor a las cobayas se le caerá el pelo hasta de las pestañas. Creo que el Dr. Litos entrará un poco más en detalles en los recovecos de la legislación vigente acerca del trato de animales de laboratorio. El llegar a conocer aunque solo sea someramente todas las trabas económicas y legales y el cómo afrontan los científicos la experimentación con animales dará una idea de por qué se intenta evitar la experimentación con animalesLos animales de laboratorio solo se usan cuando no hay otro remedio, cuando ningún otro modelo más simple puede ser usado para obtener resultados fiables al mismo nivel.  

Por eso, a los que trabajamos o somos cercanos a la experimentación con animales nos enfadan ciertas actitudes cerriles, pretendidamente tuertas (por aquello de mirar restringidamente) y sordas que solo saben gritar sin atender a razones, esgrimiendo fotografías y documentales sensacionalistas, la mayoría de dudosa veracidad, fecha o muy poco comunes en lo que a experimentación con animales se refiere. Gran parte de la culpa de estos movimientos anti experimentación animal han surgido en parte por culpa nuestra, de los científicos. No nos hemos propuesto explicar qué se hace en realidad con los animales de laboratorio, e imágenes de tiempos arcanos y épocas más oscuras se han afianzado en el acervo popular haciendo parecer a los científicos que trabajan con animales sádicos torturadores sin escrúpulos.   Es cierto que de vez en cuando, estrictamente hablando acerca de experimentación científica con animales, explota el escándalo porque en no se qué laboratorio se han hecho a experimentos con animales a escondidas y con dudosa moralidad.  Crucificar la experimentación con animales por hechos aislados, que además son perseguidos por la ley, es como pretender el parar de construir edificios cuando uno o dos se desploman porque los constructores usaron materiales de mala calidad.

Salvo penosas excepciones, la investigación y experimentación con animales tiene un objetivo final muy claro, ayudar al ser humano y a otros seres vivos mediante el entendimiento de la materia viva. Es cierto que trabajando con animales pasa igual que pasa en cualquier otro tipo de experimentación: tras mucho trabajo, dinero, sufrimiento y tiempo, a veces al final de la investigación no se encuentra nada útil. Muchos podéis pensar que esto es una pérdida de tiempo y de dinero y que las cobayas han podido sufrir y morir por nada, pero parad atentos a lo siguiente: la mayoría de los fármacos, técnicas quirúrgicas y tecnologías que nos salvan la vida diariamente se cimientan sobre el sacrificio de aquellos que mostraron cuál NO era el camino. Toda investigación se inicia con un objetivo, si se supiese que no se iba a cumplir, pues no se empezaría, parece de perogrullo, pero a muchos se les olvida.

Por mi parte, cada vez que veo una manifestación anti experimentación animal no puedo evitar preguntarme si esa gente gritando enfervorecida tiene seres queridos o incluso mascotas. No puedo creer que ninguno de ellos se esté beneficiando directa o indirectamente de una vida salvada por aquel grupo de ratones que se usó en los ensayos clínicos del fármaco para la leishmaniosis canina o del cochino que puso a punto el bypass coronario. Quizá sea simplista y/o extremista, pero no puedo evitar preguntarme si saben realmente de lo que están hablando; si no lo saben, se les ha engañado, si de verdad lo saben, entonces no entiendo su comportamiento. Por eso hay que explicar que la experimentación con animales, como es inevitable, se realiza supervisada por comités de ética y los más férreos controles administrativos. El que quiera ver conspiraciones de malvados torturadores en oscuras torres de castillo, que los vea, la realidad es la que es: los animales se usan cuando no hay otro remedio, y es verdad que a veces sufren, pero su sufrimiento se minimiza todo lo humanamente posible. Y esto podrá parecer bien o mal o se preferirá mirar para otro lado, pero siendo fríos, se ven escenas más duras en el día a día de un hospital que un laboratorio de experimentación animal y en ambos sitios tienen como objetivo último mejorar la vida de la gente.

Desde mi punto de vista, negarse a la experimentación con animales es ser un suicida o creerse por encima de las capacidades del ser humano. Es cierto que en este campo, como en cualquier aspecto de la vida, se han de encontrar ejemplos de aprovechados, avariciosos y delincuentes sin escrúpulos, por ello hay que exigir que la experimentación esté controlada y que las violaciones de la ley se persigan y penen como corresponde. Sin embargo, oponerse de manera radical a esta práctica científica es pegarle fuego a tu casa contigo dentro. Me perdonarán los puristas, pero para mi, los animales de laboratorio son para nosotros algo así como los búfalos fueron para los nativos americanos. En ellos descansa gran parte de los cimientos de nuestra civilización. Queriendo o sin querer les debemos lo mismo que a otros héroes anónimos.

sábado, 14 de junio de 2014

Citocracia 2.0

Buenas noches, gracias por acompañarnos en este programa especial centrado en las inminentes elecciones celulares. Hoy tenemos con nosotros a representantes de todas las fuerzas políticas de la célula… bueno, de casi todas, porque no tenemos mucho espacio y se nos han quedado fuera un par; pero no pasa nada, eran partidos de esos chiquititos que se presentan por dar color, más que otra cosa. En cualquier caso, seguro que escucharemos interesantísimas declaraciones en este debate a cuatro bandas, más aún teniendo en cuenta el clima de incertidumbre e inestabilidad que se vive estos días en el interior celular. Sin más dilación, les presentaré a nuestros invitados.

Pese a ser las primeras elecciones de la llamada "era de la citocracia 2.0", la célula aún se ve inundada de carteles incitando a la población proteica a participar, dada la baja tasa registrada en los últimos comicios